Consultora y Capacitadora Internacional

Soy Arlene Ramírez Uresti

Business Mentor | Académica | Internacionalista | Emprendedora 

Una guerra sin vencedores

La historia de la invasión de Rusia a Ucrania es ya una tragedia humanitaria que junto a otros conflictos internacionales de alto impacto enmarcan la gran necesidad de re-calibrar el sistema internacional y la de reajustar la operatividad de los organismos internacionales.

Más allá de las polarizaciones y la división de opiniones respecto al conflicto, es innegable que ninguno de los posibles escenarios con los que podría terminarse la guerra arroja un saldo favorable para nadie.

El impacto económico global que está dejando la prolongada e innecesaria guerra es inminente, desde el impacto en los mercados financieros, la afectación a la cadena de suministros, la escasez de alimentos y la sobre especulación consecuencia de una guerra mal planeada, a capricho, que ha puesto en vilo la estabilidad y el desarrollo global que está ahora generando nuevos bloques de poder a un alto costo. Detrás de esta guerra anunciada desde hace años, existe un interés expansionista, el interés por revivir el imperialismo soviético.

Lamentablemente, las consecuencias de esta guerra no sólo afectarán a la región; más allá del impacto humanitario y la devastación en infraestructura regional, globalmente ya un impacto económico y financiero ocasionado por el incremento en los precios de los energéticos, los pesticidas, el trigo, la inestabilidad de los mercados y la amplia especulación entorno al escalamiento del conflicto. La sombra de China respaldando a Rusia abre nuevos escenarios geopolíticos, todos ellos desalentadores para el liderazgo Occidental.

Conforme pasan los días y el conflicto se vuelve más largo y complejo de lo esperado por el presidente Putin, el mundo ve a través de las redes sociales un elevado sentimiento nacionalista ucraniano aderezado por la interacción del presidente Zelensky con la ciudadanía digital global y, queda claro, que la solución del conflicto aún no se asoma en el horizonte, falta voluntad política rusa.

La guerra no sólo se torna más cara, sino que incrementa también la vulnerabilidad de ambas naciones y la del mundo entero pues las sanciones impuestas a Rusia han demostrado no ser suficientes para detener la embestida contra Ucrania y, por el contrario, terminarán aislando a la economía rusa de la economía global. Las inversiones extranjeras dejarán Rusia, se frenará el desarrollo tecnológico, los mercados internacionales cerrarán el paso al gas y al petróleo ruso lo que repercutirá en su proceso de modernización, lo que generará un sentimiento de rencor hacia el Occidente y fortalecerá el discurso del presidente Putin respecto al intervencionismo de los Estados Unidos, de Europa Occidental y la OTAN , lo que llevará a estos a desplegar una permanente estrategia de contención y aislamiento para evitar la influencia rusa en países proclives a apoyar las estrategias de venganza que, históricamente conllevan la formación de nuevos bloques de poder. Este escenario, le ofrece a China la ventaja de consolidar su alianza con una Rusia debilitada pero que podría representar la transformación de China en el gran hegemón que Occidente ha querido evitar desde hace unos años.

De todas las pérdidas que esta guerra absurda dejará, la mayor recae en los temas humanitarios, el costo de atender a los desplazados y refugiados ucranianos será muy alto para los países receptores y para los organismos internacionales que hoy, son altamente cuestionados por su incapacidad para frenar tragedias humanitarias como la que vemos hoy.

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Arlene Ramírez Uresti

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