Consultora y Capacitadora Internacional

Soy Arlene Ramírez Uresti

Business Mentor | Académica | Internacionalista | Emprendedora 

En el horizonte

El 2022 nos enseñó la guerra como nunca la habíamos visto. El poder de las redes sociales nos acercó a las realidades más crudas que entrelazan los caminos de la humanidad. La hiper comunicación y la velocidad a la que hoy viaja la información nos ha permitido ver con gran asombro los diferentes escenarios de un mundo complejo y polarizado.

La cronología de la guerra rusa emprendida contra Ucrania no nos ha sido ajena y hemos visto a los que más sufren a través de las plataformas digitales, como espectadores pasivos de las tragedias innecesarias. A casi un año de iniciada la guerra, las afectaciones a la población civil, a la infraestructura y a los procesos productivos son profundas y han tenido repercusiones devastadoras. Hoy mismo, los misiles rusos llueven sobre el territorio ucraniano como recordatorio de la voracidad y la sed de poder insaciable del ser humano.

Como constante, en diferentes escenarios, vemos la polarización y la radicalización alejar los ideales de cooperación y pacificación. La pandemia, la inflación, el hambre, las injusticias, los problemas en la cadena de suministro, el cambio climático, ocupan hoy la agenda global como temas urgentes de ser atendidos, pero con poco eco entre los actuales liderazgos mundiales.

El resurgimiento de los gobiernos ultraconservadores en países como Italia e Israel prometen un complejo 2023, año que seguramente será de profundos ajustes y que viene ya anunciado con amplios desafíos.

Los estragos de este crudo invierno ponen el acento en lo urgente que es cambiar las prioridades del mundo, el daño al medio ambiente es irreversible y con el paso del tiempo la falta de acciones conjuntas derivará en una aguda crisis alimentaria y migratoria, el impacto del incremento en la temperatura del planeta es inimaginable, tanto como el costo que se tendrá que enfrentar para la subsistencia de la vida como la conocemos hasta hoy.

La especulación y la inestabilidad que imperaron en el año que se va, repercutieron también en escenarios como el británico que enfrentó una disruptiva transición de Estado y de gobierno. Tanto la muerte de la Reina como el cambio en el liderazgo del Partido Conservador acentuaron la crisis social, económica y política llevada al país por el Brexit.

Aunque la geopolítica del fútbol intentó matizar la complejidad del Medio Oriente, el mundo fue testigo (también gracias a las redes sociales) de las atrocidades cometidas en Irán, Qatar y Afganistán por radicalismos rancios y enfermos en los que la desigualdad y la violación a los derechos humanos siguen encontrando justificaciones ancestrales y deshumanizadas.

La complejidad de las sociedades latinoamericanas se expresa hoy más que nunca en la prevalecencia de una izquierda que se llama a sí misma progresista pero que en pocos casos realmente abraza los ideales de las sociedades rezagadas y marginadas que han padecido por décadas el olvido de las élites en el poder y que sólo han servido de pretexto para establecer dictaduras, orquestar golpes de estado y saquear con permiso del pueblo las arcas de la nación. El regreso de Lula en Brasil da muestra de las sociedades que cansadas de lo mismo eligen a quien es “menos peor”, fenómeno que amenaza por llegar a la escena estadounidense para coronar a lo más tóxico de su cultura política actual, el trumpismo.

El intento de golpe de Estado en Perú y la defensa de sus instituciones alientan la esperanza de que la sociedad civil aún puede aspirar a un orden constitucional que supere el egoísmo y la ambición de los líderes populistas. Las lecciones que deja Perú son muchas, sobre todo en países como Bolivia, Colombia y México en los que las izquierdas disfuncionales pretenden retornar a esquemas de antaño para perpetuarse en el poder.

2023 inicia con la mirada puesta en uno de los polvorines del mundo: Serbia y Kosovo, en la recesión económica que promete desvanecer las aspiraciones de reelección del presidente Biden en los Estados Unidos, en los nuevos outbreaks de COVID en China, en los ultranacionalismos que amenazan la continuidad de la Unión Europea y en la urgencia de terminar con la guerra en Ucrania.

En el horizonte de este año nuevo, se vislumbran reacomodos geopolíticos interesantes que darán una nueva oportunidad para que la sociedad civil global fortalezca sus mecanismos de participación en búsqueda de un mundo más justo, pacífico y seguro.

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Arlene Ramírez Uresti

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